28 enero 2012

Descubrir

Gracias a ella me enfrenté por vez primera con mi ser natural mientras transcurrían mis noventa años. Descubrí que mi obsesión de que cada cosa estuviera en su puesto, cada asunto en su tiempo, cada palabra en su estilo, no era el premio merecido de una mente en orden, sino al contrario, todo un sistema de simulación inventado por mí para ocultar el desorden de mi naturaleza. Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuán poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco.

Memorias de mis putas tristes, Gabriel García Márquez

2 comentarios:

Nelly dijo...

Es buenísimo este texto. Gracias por compartirlo.
Saludos,
Nelly.

Carmen dijo...

Me alegro de que te haya gustado, Nelly.
Gracias por comentar.
Un abrazo.